No sé si a ti te ha pasado como a mí, que alguna vez piensas en hacer algo que quieres, necesitas o tienes que hacer y de pronto llega un pensamiento a tu mente que te dice “¿por qué no dejarlo para más tarde?”, “¿qué tal mañana?”
Te justifica con razones convincentes el por qué es mejor hacerlo en otro momento, y todos los beneficios y ventajas que te traerá posponer la acción. A ese le llamo “el segundo pensamiento”. Tiene tantos recursos para convencerte, como el mejor abogado del mundo. Nos planifica, motiva, nos impulsa a “no hacer” las cosas que tanto queremos o necesitamos.
Te diré como le paso por encima a ese bendito segundo pensamiento y lo saco de partido. Normalmente viene a mi mente un pensamiento, sea cual sea, escribir un artículo, hacer ejercicio, realizar una labor del hogar, etc. Pienso en hacerlo y cuando estoy por ocuparme en ello, aparece de saco y corbata “el segundo pensamiento”, sugiriendo que no haga lo que tenía en mente y en su lugar me presenta un variado menú de opciones con otras actividades (generalmente placenteras) para escoger. ¿Te ha ocurrido?
Lo que personalmente hago, una vez estoy decidido a realizar una actividad específica es: poner en pausa los pensamientos que tienen que ver con esa actividad, hasta una vez haya iniciado la misma. Me permito pensar en cualquier cosa diferente. Obviamente pasan esos pensamientos por mi mente, pero me enfoco en otros. Cuando el segundo pensamiento se da cuenta que lo ignoro, deja de insistir y se marcha. Si te conviertes en una presa fácil para él, no dejará de acecharte hasta conseguir que pospongas tus ideas y te costará muchísimo lograr tus metas.
¡Sáltalo tú también y toma acción! Puedes usar esta técnica a la hora de levantarte en la mañana.
J.S.G.