Los renovadores somos seres ambiciosos, inconformistas, soñadores e irrespetuosos. Un hombre o una familia con vidas estáticas están condenados al infortunio y a vivir de la belleza ajena, este es el peor de los castigos. Hace unos años conocí a una familia que vivió toda una vida con los muebles y demás objetos del living en la misma posición, nunca se permitieron el más mínimo cambio, hasta las fotos de sus difuntos y sus muchachitas de 15 se petrificaron en la pared por falta de movilidad. Tamaña enfermedad la de estos pobres mortales, sin quererlo se condenaron a un largo y penoso padecimiento que les provocó la incapacidad eterna para apreciar lo hermoso.
La organización y desarrollo de las sociedades primitivas permitió la evolución del concepto renovación, el hombre y la mujer antiguos ampliaron la aplicación de la palabra decoración a todo cuanto pudiera soportar la mas mínima transformación, incluyendo sus cuerpos, antesala revolucionaria de lo que hoy son la silicona y el botox.
La búsqueda del confort, la perfección estética, la comodidad y utilidad de los espacios y el entorno visual es la segunda preocupación vital del hombre contemporáneo. Ayudemos a propagar esta esencia capital con nuestra constante inconformidad con lo que tenemos, todo cuanto nos rodea es susceptible a ser cambiado, transformado, corregido, trocado y renovado, que nuestro espíritu retumbe con cada una de nuestras acciones en pro de una vida mejor, mas plena y mucho más hermosa.
Ricardo de Santiago Sanchez.