Las invitaciones para la boda

Las invitaciones para la boda

Las invitaciones en las bodas son vitales. Evidentemente cumplen una función clave: hacer saber a las personas que nos interesan, que nos casamos, cuándo y dónde lo celebramos. Al estilo de aquellos tarjetones que se entregábamos de niños para nuestra fiesta infantil. Tiene, pues, una función comunicativa. Pero las cosas no son para nada tan sencillas.

Hoy en día, hay todo un ritual en torno a la elección de estas tarjetas: el tipo del papel, la letra, el color, los sobres, que si estilo tradicional, que si más modernos, si le añadimos dibujitos, incluimos un mapa de la localización del evento o una tarjeta con la casa de la lista de bodas o el número de cuenta. Por esto, uno no puede ir solo, la pareja incluso necesita la opinión de amigos, familiares y se lleva muestras a casa.  Y después toca decidir si se envían por correo o se entregan en mano. Imagínate que tienes que quedar con las trescientas personas a las que vas a invitar. ¿Qué haces? ¿Llamas por teléfono para quedar o vuelves a mandar invitaciones? Finalmente optas por darlas directamente a tus amigos íntimos y a la familia lejana y a las personas a quienes invitas por compromiso te conformas con enviarlas por correo. Sólo que entonces debes plantearte quién escribe y con qué bolígrafo.

Es que las invitaciones deben reflejar la personalidad de los novios. Una amiga, que es muy familia, le ha pedido a su primo, que es diseñador gráfico, que se encargue de las invitaciones. Y mi hermano, tuvo que volver a encargar todas las invitaciones porque el nombre los padres de ella no aparecía de forma totalmente simétrica con los de los míos. En mi casa, no es que seamos familiares, es que somos perfeccionistas.

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